Monday, September 04, 2006

Bocetos

... A la orilla del papel, en la esquina de tu cuello, por el borde de tu costado, en el pliegue de tu cadera, en el abismo de tus ojos, entre tus dedos traviesos... siempre hay sitios donde comenzar, terminar y ahogar la tentación...

Tatuaje Espiral



... Lo que él no sabía, es que ella lo esperaba en otro hostal, en otro cuarto, en otra cama; con la boca llena de miel, con los ojos llenos de alma, con el alma famélica por él, con los muslos colmados de luz del alba... Pero, definitivamente no era ella la que él había conocido, “ella” era otra, que él no recordaba porque sólo se había cruzado con ella en los pasillos del sueño; y como pasa a menudo con los sueños, son difíciles de recordar cuando uno se despierta, desnudo, sudado, complacido, mojado y feliz...
El problema es que esta nueva ella, lo esperaba en un hostal lejano, cuya dirección sólo era posible encontrar cuando él se dormía, guiado por un tatuaje espiral que se enroscaba en la espalda de ella y que al final de la jornada ya no era si no, el vientre de él...

En blanco y negro

Si se acabara el presupuesto
para pintar los colores del mundo,
si se robaran el degradé
y en la paleta los pigmentos,
y si sólo contara
con unos pocos trucos de magia
para hallarte en la oscuridad,
intentaría una forma más sencilla de mirar,
a través de mis manos catalejos
recorrería las formas del universo
hasta hallar tu paisaje lunar;
mis oídos cual radar atento
procurarían divisarte
en el horizonte austral de tus versos,
mi nariz colibrí policromo
buscaría en el viento el aroma de tus jugos en flor,
y mis dedos cual mariposas traviesas
de treinta y cinco grados,
se posarían sobre tus cálidas mejillas de casi treinta y seis
cuando me miras;
entonces seguramente me hallaría
en lo profundo de tu calor
sea cual fuere,
y aunque quisiera pensarte en tecnicolor
sólo me imagino hallarte
en azul, seguramente serías azul.

El niño de los cerillos

...Cajita de fósforos llena de ilusiones, sabes estremecer cualquier breve recuerdo en la historia de los niños ahora adultos, para encender imágenes más reales y cotidianas, embarradas de dedos de chocolate y boquitas pintadas de helado... Escaso en estos tiempos para ahora los viejos verdes que somos, que no olvidamos cuando éramos pibes, chiquillos o angelitos de barro...

La Plaga

...Súbitamente las tinieblas lo cubrieron todo, asfixiando angustiosamente los últimos vestigios de nuestro invaluable tesoro. Una vez, que la nada se enseñoreó en nuestras vidas, sentimos que todo había terminado y desesperadamente sin deseos de mirar atrás huimos hacia aquel portal que se había convertido en nuestra última esperanza, la cual nos transportaría a un mundo nuevo para reconstruir nuestra existencia y aprovecharla a plenitud, sin olvidar la irreparable pérdida que como lección de pesadillas nos contempla absorta entre los jirones del pasado...

Aún tú no habías nacido. Eran tiempos muy difíciles y la idea de una nueva generación no estaba en nuestro pensamiento, nuestras mentes sólo concentraban su energía para alcanzar la única meta posible: la supervivencia.

Los recuerdos como niebla de ensueños mágicos retornan a mi mente con visiones de cielos despejados y adornados por una estrella muy brillante que nos alimentaba con su luz y calor, revistiéndose al llegar la noche de una túnica oscura salpicada de pequeñas luces parpadeantes que rodeaban a la blanca lumbrera que endulzaba nuestros sueños, haciéndonos dormir plácidamente.

Una alfombra verde con perfumes misteriosos se desplegaba a nuestros pies, enredando en su espesura una variedad de seres que conjugaban el esplendor de la vida. En ciertas extensiones pululaban otros miles de curiosos seres en una sustancia líquida y cristalina que cubría la piel desnuda de la tierra. Aves en el cielo revoloteaban con alegría, deleitándonos con su melodioso canto que enunciaba la llegada de un nuevo día. Todas estas maravillas estaban envueltas por una capa de vida pura y transparente.

Como te imaginarás, algunos años después, la armonía fue quebrantada por un misterioso ente que astutamente supo hacerlo, pues nadie lo veía y los pocos que lo hacían callaban; porque de él obtenían beneficios materiales pasajeros, que disfrutaban cerrando los sentidos y el entendimiento, para evadir las señales de aquella presencia maligna que a pasos agigantados se incubaba.

Él fue infiltrándose en cada cosa y ser viviente, fue haciéndose cada vez más fuerte e incontrolable. Carcomía los bosques, desgarraba las montañas y calcinaba las selvas, transformando todo en un desértico infierno. Luego, empezó a envenenar el agua, convirtiéndola en masas de lodo repugnante que con el paso del tiempo terminaron aniquilando toda vida existente en ellas.

Él actuaba monstruosa e impredeciblemente, y aún así no lo distinguíamos, no salíamos del abismo de la inconciencia. Sólo hasta que empezamos a advertir de cerca los signos de muerte que caían del cielo, que proliferaban en la tierra y flotaban en el poco líquido vital que quedaba; comenzamos a buscar el por qué, pero ya era demasiado tarde.

Vi a los pájaros ser atrapados por sus negras garras, vi a los peces ser asfixiados por su nauseabundo aliento. Sí, lo vi, con miedo y con tristeza, porque lo arrasaba todo... absolutamente todo, dejando a sus paso sólo huellas de destrucción y desolación. Entonces, inesperadamente, en aquel omento una sensación extraña recorrió mi cuerpo, el aire estaba enrarecido, y supe que sería el próximo, una víctima más que no tendría donde ocultarse; porque al igual que todos, yo era vulnerable. Así, luché incansablemente, hasta que sucedió lo inevitable... Él empezó a invadirme, afectando cada una de mis células, consumiendo mis pensamientos, llevándome a la locura. Pero, sabía que tenía que ser fuerte, tenía que soportar y ayudar a mis compañeros a los que observaba ser atacados por lo mismo que me estaba destruyendo en ese momento.

Rápidamente nos hallamos infestados de úlceras dolorosas que nos mostraban que él estaba anidando en nosotros, haciéndonos tremendamente frágiles...

Nuestro mundo se estremecía en medio de una lluvia de lágrimas que brotaban del cielo, como protesta por su dolor. Y ante nuestra mirada atónita, se desencadenaron toda una serie de extraños fenómenos que semejaban las emociones de una tierra en agonía.

La otrora esfera mágica se despedazaba con tal estrepitoso estruendo, que llegó a retumbar en nuestros espíritus oprimidos y nos hizo despertar... recuperando entonces la esperanza que aún permanecía en nosotros, convencidos de que debíamos sobrevivir, nuestros anhelos se hicieron más fuertes para darnos el valor, que nos permitiría encontrar la salida entre las espesas sombras que nos cubrían.

De pronto, una paz interior nos embargó al divisar un pequeño resplandor que nos guió hacia el portal, aquella única alternativa de escape ante la hecatombe que fugazmente se aproximaba hacia nosotros.

... Y oscureció de repente...

De ese mundo que dejamos atrás, sólo quedaron las memorias de las guerras fraticidas y nuestra ofensa imperdonable hacia el don preciado de la vida, que fue otorgado con amor a la humanidad, para los hijos de los hijos de hombres, animales y de toda forma viviente; legado divino que destrozamos en aras de otro ideal, destruyendo y contaminando sin piedad.

Ahora, tú puedes admirar este portal, donde se enjuga cada lágrima de nuestros ojos al recordar el éxodo que tuvimos que experimentar, para alcanzar la libertad de nuestras almas, presas por la culpa de haber creado “aquello” sin medir las consecuencias.

Alégrate!, porque aquí ya no existen las penas, ni el dolor, ni la muerte; ni siquiera “la plaga” porque todo lo anterior... Ha pasado.

Friday, September 01, 2006

Hipocondría a Gotas

...Desde lo alto las miradas atónitas acusaban los miles de libros amontonados, temiendo que sobrevenga el estallido, de los textos que se estremecían resquebrajándose como cascarones de polluelos... No fueron hojas lo que emergió de ellos... eran niños, llenos de amor y sin miedo, que hablaban mil lenguas extrañas, contándonos historias de revoluciones de otros tiempos...