Tuesday, January 13, 2009

Humedad

Los dedos siguen quietos sobre la mesa
apenas se mueven,
los ojos siguen fijos en el papel
ni siquiera se despabilan,
las pestañas están secas
y las retinas bien abiertas
esperando a que aparezcas;

los oídos son pozos vacíos
a penas resuenan,
las mejillas son una patria huérfana,
la frente una orilla olvidada,
los labios, un trampolín
al borde de una pileta reseca,
esperando a que aparezcas;

ante los campos desérticos de este paisaje,
que precisan ahogarse en tu aliento,
humectarse en la calidez de su cercanía
sumergirse en los rincones de las comisuras esquivas,
hallarse en el juego de sus arcos traviesos,
ahogarse en la caricia jugosa de su mordida,
para naufragar en la humedad de las esquinas,
al final de este encuentro.

Thursday, January 08, 2009

Nota Reversal

El asunto del oficio habla de las precisiones,
de aquellas solemnes
ancladas en tus dedos mientras me hablas,
mientras te miro y mis pensamientos vuelan,
y tus zapatos y los míos siguen amarrados a la tierra.

El objeto del escrito habla de las solicitudes,
de aquellas formales
colgadas de mis anteojos mientras no estás,
mientras redacto mi última tentativa de poema,
pensando en pegarle alas a estas letras.

La presente comunicación quiere escapar
a las precisiones, a las solicitudes, solemnes, formales,
y sobre todo quiere escapar del frío,
para tocarte los dedos,
mirarte a los ojos,
desatar tus zapatos y los míos,
dejar de colgar los deseos en los anteojos,
y hacerlos abatirse entre las letras
que yo dibuje en tu cuello,
y hacerlos volar entre las letras
que tú escribas en mi espalda.

Confesiones

En medio de esta despedida de una sola acera,
de este adiós silencioso y sin motivo,
que me abandona al otro lado la calle,
y me olvida bajo la lluvia fría,
sin respuestas, sin palabras y sin vida;

me declaro culpable,
de las cartas incendiarias bajo tu puerta
de las granadas de pensamientos arrojadas en tu buzón
soy culpable y lo confieso de tentativa de secuestro
a tus memorias, a tu sombra ausente, a tu lado del colchón;

me declaro culpable,
y sin cometer perjurio ni escapar a tu condena,
en este vacío inundado por la luna llena,
confieso que soy quien roba tu reflejo en la ventana,
quien desgasta tus fotos con sólo mirarlas,
quien acecha tu umbral esperando algún día
dejar de hacer más confesiones,
y liberarme de los veredictos del olvido,
para declararme inocente de tu recuerdo,
y sentir tan sólo que he vivido.