Wednesday, September 23, 2009

Nunca jamás

…Creo que en alguna parte del camino
se deshilvanó o descosió
sin querer fui pisándole las mangas y las bastas
hasta que se desprendió;

no me di cuenta
muchas veces vi cómo se deshilachaba
y sus hilos colgaban como gritos desfallecidos
yo sin embargo,
pensaba que siempre se podía
volver a casa para
tomar puntadas en el asunto;

hasta que un día simplemente desapareció
pensé que se había quedado
entre las sábanas de la cama
en la entrada de la casa
o que se había confundido
con la ropa mojada que dejé en el umbral de la puerta;

pero no, simplemente se desató
de mis tobillos y muñecas
y quedó libre y solitaria en el mundo
tal vez, junto a otras como ella.

Entonces crecí…

Los límites de la ciudad

Al margen, olvidados,
estaban lejos, casi secundarios,
por debajo de todas las líneas visibles
e indeseables de la indigencia;

sus casas, si es que se pueden llamar casas
eran una sonrisa desdentada
que se oculta con vergüenza
detrás de una mano embustera;

sus habitantes van descalzos
y su día seguramente estará salpicado
con los colores grises
de los escasos bloques que dibujan
la frontera de la ciudad;

van descalzos y sus pies
traen adheridas las marcas de su andar
de la pena y de una historia
triste y cansada,
de una vida que hace rato
olvidó la esperanza;

los ojos de los niños apagan su luz
en la oscuridad de la languidez cruel
que los desarma
que les roba el aliento
que enlentece su paso
que achica su confianza en el mundo;

los ojos de sus niños siguen mirando
y esperan desolados
que llegue alguien y los salve.

El paisaje, las casas,
la gente y los niños de los suburbios
se pierden en el horizonte
que bordea la metrópoli,
seguramente los suburbios de mi ciudad
no son los suburbios de la tuya;
los de la mía nacen, crecen,
se multiplican y siguen multiplicándose
seguramente mueran antes de lo previsto,
pero siguen existiendo inexorablemente,
más allá de los límites de la ciudad.

Antes y después

Antes, soñaba que el tiempo pasaría rápido
que vendrían los años buenos
que llegarían los amigos y las cosas queridas
la foto en mi velador
la alegría de volver
la nostalgia de estar lejos
las respuestas, todas;

entonces, buscaba las preguntas
los motivos para irme
las razones para regresar
el espacio en mi mesita de noche
la gente ausente y las cosas olvidadas
los años malos
las noches sin sueños
y dejar pasar el tiempo.

Y pasó tanto y todo
que dejé de soñar y de esperar.

Después, quedaron los momentos
las memorias y los detalles simples
la foto en mi velador que es una imagen de otros que ni conozco
pero que admiro porque sonríen,
quedó también,
un lugar a donde volver
que es mi propia casa,
no hay nada más,
la nostalgia es siempre bienvenida, nunca falla,
las respuestas no están todas,
pero al menos son las que se presentaron.

Antes, quién sabe;
después, tampoco.