(Conversación con la Princesa del Círculo Polar:
“Del amor pacífico al amor insurgente”)
No me resigno a olvidarte,
a renunciar a este enigma,
a cesar este asunto pendiente,
a abandonarme a un lado del camino
a quedarme contento, a dejarme tranquilo;
no me someto a las reglas del mundo,
a desertar de las líneas del frente,
a esquivar el pecho a las balas,
a flaquear mi estrategia en combate,
a permanecer impávido, a pasarme dormido;
porque para estremecer lo que siento
mis ojos necesitan volver a saltar verjas,
mis pensamientos precisan esconderse en el armario de tu pieza,
mi pecho demanda ahogarse en tu aliento,
mis manos exigen colgarse de los balcones y tejados de tu templo;
porque para quedarme dócil y aburrido
despacio en la calle, caminando sin latido,
prefiero soltarme al viento travieso,
zambullirme agitado en el túnel del tiempo,
saludar reñidor y pendenciero al péndulo
y decirle rebelde, me quedo insurrecto.