(A cerca del Síndrome de Sjögren)
Sigo inmóvil en medio de la calle,expuesto al sol,
mis ojos se abren y quedan estáticos
mientras los seca el viento
hasta no poder cerrar los párpados,
con las dudas entumeciendo los músculos
con las tristezas colándose por las articulaciones
secándome la boca,
adormeciendo mis brazos y piernas.
Quién podía pronosticar
que a pesar de haber utilizado mis consultas anticipadasy mis listas de chequeo de expectativas y deseos
la comparación de los diagnósticos de tu existencia y la mía
y la verificación de supuestos,
para minimizar el impacto de este proyecto,
que llegarían inevitablemente
las disimilitudes ocultas,
las prioridades con caducidad temprana jamás dichas,
la letra pequeña de tus formularios y condiciones
que muy brevemente me explicaste y
que probablemente nunca vi (o no quise ver),
sobre todo aquellos incisos que de antemano sabías
que nunca alcanzaría a cumplir
no por falta de constancia o esfuerzo,
sino más bien porque involucraban
pasar por alto el detenerse para dejar
que surja el buen amor;
algo que ahora entiendo nunca fue el propósito
ni el objetivo de tus escenarios precarios
de pobreza y de hambre que eran
una medida de corto plazo,
que eran tan sólo "un por si acaso"
para que no te encuentre en silencio y desamparo
un domingo o un martes por la tarde, la soledad.
Aquellas cosas que no anticipé
y que me toman hoy por sorpresa, tal vez una sorpresa que se venía anunciando calladamente
rebasan aquellos sueños que flotan en mi cabeza
y sólo fueron enunciados por tu boca
como un discurso que se desvanece con el tiempo y los días
aquellos sueños que para mí, en cambio
no se esfuman porque están tatuados
con todos los detalles por detrás de mis párpados.
Por ahora mientras me quedo aquí parado,
no puedo volver a mirar aquellos sueños,no con mis párpados secos,
que no se cierran por más esfuerzos que haga,
mientras tanto desfilan los momentos, las imágenes, los detalles
con mis interpretaciones ingenuas y sentidas,
que se transforman en otras imágenes tuyas
desvestidas de importancia y transcendencia, arenosas y abrasivas,
y que se deshacen una y otra vez para dejar
sólo un desierto en el horizonte que me vacía el pecho
y me abre el esternón hasta quitarme el aliento.
Mis ojos siguen secos, enrojecidos y abiertos
y yo sigo con la herida descubierta al anochecersin poder respirar
sigo inmóvil y congelado en medio de la calle
de rodillas y cansado,
anhelando que siempre pueda llegar la lluvia
para humedecer mis párpados
dejándome volver a mirar
aquellos sueños calcados por detrás de ellos
que me permitan seguir viviendo
pensando que alguna vez no serán sólo
unos trazos nocturnos que sostienen mis pestañas,
sino más bien todas las imágenes del buen amor
que llegan para besar mi frente y abrazarme el alma
con el amanecer.