Con tu luz callada y
sencilla
vas encendiendo de a
poco los candiles de mi alma
no todos, sólo aquellos necesarios e imprescindibles
para que esta postal ajada
y monocroma de mi vida
tome algo de color.
Sin mucho ruido te
desplazas
en el ambiente sin
tocar el piso
y me elevas de la
tristeza hasta pensar
que podría encajar en
alguna parte de este mundo,
al menos en aquellos
pasillos de calle
que puedes iluminar.
Titilando en el horizonte
de mis sueños
o en los paisajes que
sólo tus alas pueden susurrar
siempre logras prender
una sonrisa en mis labios,
entibiar la memoria
táctil de mi piel
e incendiar mi
corazón.
No sé de dónde viene tu poder,
tu luz,
seguramente su magia provenga
de aquellos lugares y cosas
secretas que tiene la vida,
y que son
ininteligibles
para el común de la
gente
o para los mortales
que como yo
soñamos con una
luciérnaga
que alumbre los
días oscuros de la semana
o entre las sombras de
la razón.